martes, septiembre 02, 2008

Acerca de los amigos

Acerca de los amigos

1) Soy amiguero al ciento por ciento. Puedo prescindir del amor pero no de la amistad. O en otras palabras: amo a mis amigos y en ese sentido soy capaz de prescindir de la terrible carga que significa amar.

2) He compartido todo con mis amigos -mujeres, momentos de estrujante belleza o de peligro-, me he entregado por completo a ellos por que la amistad entre hombres es tan intensa como despiadada, tan franca como rotunda.

3) Me gusta acariciar a mis amigos. Pasar mi mano por su nuca, abrazarlos, darles palmadas en la espalda. Inventé una palabra para el momento de despedirme por teléfono: "brezos", que en español querría decir abrazos y besos. "Te mando abrezos", les digo cuando me despido.

4) Tiendo vínculos indestructibles con mis amigos: la música, la literatura, el arte en general y de ahí deviene la complicidad: el alcohol, el gusto por la mujer, el dolor por la muerte del padre; afinidades/obsesiones que van surcando de arrugas el rostro de un hombre.

5) Un amigo es alguien a quien puedes dejar de ver durante mucho tiempo y no pasa nada; lo vuelves a ver y la plática fluye como si se hubiesen visto la semana pasada. Entre amigos no caben resentimientos porque no existe el protagonismo ("repíteme que soy todo en tu vida", frase que en los labios de una mujer suena a sentencia de muerte).

6) La amistad entre un hombre y una mujer no existe. Es basura. No existe por que apenas se produce un acercamiento, el hombre sublima aquel perfume, aquella lozanía, aquella voz y entonces ya no cabe la sinceridad sino la conquista, la camaradería sino el deseo y más aún si hay de por medio un trago o un toque. Y si no existe el menor deseo, lo único que resta es la incomunicación, por que una mujer jamás será capaz de comprender las necedades (necedades, no necesidades) de un varón, su modo tan zafio de razonar ante la problemática que significa estar vivo y sufrir un descalabro tras otro, todos los días, uno tras otro, sin tregua, sin descanso. El hombre se esfuerza por comprender la condición femenina por que lo abruma la necesidad de aproximarse a la mujer, pero la mujer puede pasarse la vida sin hacer el menor esfuerzo por corresponder este desgaste; le basta con chasquear los dedos para tener al hombre que guste a sus pies. Así no es posible amistad alguna.

7) La mejor amistad es uno mismo. El mejor amigo es uno mismo. Por que uno nada espera -o no habría de esperar- de sí mismo. Ni comprensión ni perdones o la menor condescendencia. Uno sabe hasta dónde es implacable con su propia naturaleza, si tolera o no sus errores, si comparte sus sueños, si se tiende la mano, pero asimismo si en su rostro asoma un gesto de repugnancia cuando se contempla al espejo. Uno mismo -que es el mejor modo de hacerse acompañar de la grata soledad- es el único amigo que no se muere antes o después. Querámoslo o no, contamos con él siempre.

8) El fundamento de la amistad masculina no sufre modificaciones, trátese de la amistad entre dos niños, dos adolescentes o dos ancianos y consiste en la complicidad. Entre dos amigos verdaderos surge de inmediato un sentimiento de rebeldía que deviene de uno de frustración. Los amigos son amigos por que comparten la misma sensación de que son excluidos, de que hay una pared invisible que es imposible transgredir.

9) Un aspecto básico de la amistad entre dos o más hombres es un sentido del humor corrosivo y cáustico. Cuando la amistad raya en un nivel de entrega absoluta, lo que priva en el fondo es un modo de enfrentar la vida, de enfrentarse a la muerte a través de reírse de todo, de no tomarse las cosas tan en serio, de atreverse a romper los moldes en los que somos educados -y frustrados. Lo mismo dos niños que dos adultos, se reirán a espaldas de la mujer/autoridad, llámese madre o superiora (sea directora de escuela, jefa de departamento o lo que se desee). Ambos niños o ambos viejos saben que esa sorna a nada conduce, pero es lo de menos. La cosa es burlarse.

10) No hay amistad entre dos hombres que resista el embate del matrimonio. Apenas uno de ellos se casa -perdón, que palabra tan horrible; debería estar prohibida por la censura del buen gusto-, apenas uno de ellos encamina sus pasos hacia allá, sobrevienen los problemas. Porque la pareja ejercerá su dominio, hasta que logre separar a aquellos dos amigos; esto es más antiguo que la pintura rupestre, pero no falla. Hay una palabra que le encanta pronunciar a la novia esquina con esposa: "Amigotes". Todos aquellos cómplices que integraban la cofradía pasan a ser amigotes. No importan los códigos inescritos o hablados, los acuerdos entablados en una mesa de noventa por noventa, la amistad se va diluyendo por que es más fácil ver a un caballo trotar en las calles de Venecia a que una mujer respete el honor del marido. No se estará en paz hasta hacer un jamelgo de aquel potro.

11) Hasta que se pierde el interés. Entonces el antiguo amigo podrá reunirse con los suyos. Ya pasó la época de marcar perímetros, ahora aquella mujer suelta a su hombre como el amo al perro. Porque sabe que volverá, sin duda alguna lo hará que como de su mano una vez más. Pero hay algo en ese hombre que se incendia delante de sus amigos -exactamente como cuando era un niño, un adolescente, un adulto joven- y es la exageración. Por que esas es una de las claves más poderosas de la amistad: la capacidad de exacerbar los acontecimientos humanos. La mitad de las cosas que se cuentan entre los amigos, de la edad que sean, es exageraxión, fantasía, ilusión. Naturalmente, el que exagera más es el más querido. Uno se acuerda de esas cosas cuando el compa ha muerto.

Eusebio Ruvalcaba

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigos y Amigos...