El nü metal, bautizado así por las grandes corporaciones para calificar a buenos grupos como Korn, Limp Bizkit, Slipknot, Papa Roach, Deftones y Linkin Park, inundaban la radio, al igual que la música pop de finales de los noventa, como The Cardigans, No doubt, Cranberries, Offspring, Britney Spears, Alanis Morrisette, Eminem, Foo fighters, etc etc. El Mambo No 5, y esas canciones que siguen poniendo en las fiestas se oían demasiado en la radio comercial y demás cosas que no me gustaban del todo.
Sin embargo, al seguir un tanto clavado con los Beatles, la cosa cambió cuando conocí a mis amigos de la facultad, para empezar Alfredo traía la onda antro, esa música electrónica y las baladas de rock en español le llegaba “Beber de tu sangre” de los amantes de Lola y en general lo clásico de las fiestas de pedas, tomé el gusto del rock en español hasta entonces (antes lo desprecié) y también de la música electrónica, como al buen DJ David Morales, Daft Punk y the Prodigy entre otros muchos más. Después vendrían las grandes influencias que aún traigo e influenciarían en mi vida considerablemente.
Un buen día mi amiga Martha “Martuchis” llegó, por allá finales de 1997 con un disco absolutamente desconocido para mí, con portada blanca, arte vanguardista (lo digo literal) sobre un grupo del que sólo conocía una rola “washawaweishon”, el grupo era RADIOHEAD, ese disco me lo prestó, al momento de oírlo en mi cuarto de 2x2 con la grabadora de CD fue el momento en que pensé que sí se había hecho algo después de los Beatles, y que era de lo más genial, el disco llamado “OK Computer” traía las rolas más grandes de las últimas tres décadas, llenas de pesimismo, amor, decepción, arrepentimiento, desconocimiento, miedo, desesperanza. Todo lo que la generación X nos movía en ese entonces. De ahí comencé a ser fan del grupo, a oír sus discos que habían grabado desde su inicio, no era sólo el grupo que tocaba “Creep” (ver mi reseña del concierto en México) era un grupo que desde Pink Floyd no me hacía sentir de la peor-mejor forma posible. Gracias a Martuchis también conocí a Tori Amos, Lenny Kravitz y No Doubt (gracias a un casete que me grabó y aún sigo oyendo).
La rola que tengo más arraigada de la época es de un grupo metalero que, como todo grupo pesadón que hace una balada y es éxito, grabó una de las baladas rock más choteadas de la historia (si pasa en Mix FM y en Universal estéreo, es que sí están bastante tocadas) llamada “More than words”, ésta rola llegó a mí gracias a Tania, mi amor universitario (no correspondido, por supuesto) a quien le gustaba, por lo que hasta el buen Sik me ayudó a cantarla y tocarla para obvios objetivos, sin resultado al parecer.

El Ska, los Fabulosos Cadillacs y demás eran escuchados ávidamente por mi hermana Ili, quien ha cambiado de géneros como de ca…misones, pero dichos géneros no son despreciables para mí. Además del constante intercambio del renacimiento de su servidor en cuanto a música se refiere, incluido el punk, el metal y el pop gringo (mi gusto culposo con Britney Spears).
La impostergable salida de la licenciatura, mas no de la Universidad, está llena de buenos recuerdos, buenos amigos y amargos desengaños, se tradujo en una canción depechiana “Everything Counts” cantó David en 101, y sí todo cuenta, y tanto cuenta que en una de las clases que llevé en la carrera, y sin darme cuenta, estaría la que sería la mujer de mi vida, pero de eso ya se contará en la última parte del “Soundtrack de mi vida”).
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